¿Preparados para la penúltima etapa de nuestro Camino Inglés?
Despertamos en Bruma en un día frío y con llovizna que pedía más quedarse en cama que caminar pero nos calzamos las botas y empezamos a dar pasos.
Tras dejar atrás el albergue, caminamos por largas rectas de carreteras secundarias, que serán las predominantes en esta etapa, hasta llegar al que quizás sea uno de los puntos más curiosos de todo el Camino Inglés. Un poco después de la Iglesia de San Pedro de Ardemil (cuyo nombre hace referencia a una legendaria batalla contra los moros donde habrían muerto quemados un millar de infieles – ardieron mil), nos encontramos un espectacular museo al aire libre del que desconocemos el autor. En él nos encontramos obras de todo tipo, como caballos tallados en granito, una figura del Apóstol Santiago, un hórreo, cruceiros… y otras cosas más sorprendentes como una especie de montaña rusa de tractores o ¡un dinosaurio gigante! Nos sacó una mueca de sorpresa y todos los peregrinos que nos cruzamos se paraban a contemplar las figuras, hacer fotografías y comentarlas.
Esta etapa tiene un perfil mucho más plano que las previas y se realiza sin gran dificultad. Caminamos por pequeños pueblos y zonas de bosque bien señalizadas, sin tramos peligrosos de carretera como en la etapa anterior.
A la altura de Baixoa nos encontramos la única bifurcación de esta etapa. El trazado oficial discurre paralelo a la autopista del Atlántico AP9, mientras que el trazado alternativo discurre por una carretera secundaria paralela a esta. En este caso no nos aportará mucho más que el hecho de no tener al lado el ruido de los coches. Son dos tramos monótonos y prácticamente planos, que transcurren por una zona sin especial interés hasta llegar a Sigüeiro entrando por su polígono industrial.
Mañana realizaremos la última etapa y llegaremos a Santiago de Compostela!